Nunca pensé que un emperador romano me ayudaría a calmar mi ansiedad. Pero así fue.
Por Roberto
Hace un par de años, me encontraba en una etapa oscura. Me costaba respirar sin motivo aparente, me paralizaba pensar en el futuro, y las cosas más simples del día a día se sentían como una carga. Me diagnosticaron ataques de pánico. No sabía cómo lidiar con eso. Me frustraba no poder “controlar” lo que pasaba dentro de mí.
Hasta que un día, Enzo me habló de un libro: Invicto, de Marcos Vázquez. Me dijo: “Bro, esto no es autoayuda, es filosofía práctica. Léelo como quien se entrena para la vida”. Y tenía razón.
El libro, y la filosofía que propone —el estoicismo—, me ayudaron a entender que no estaba roto, sino que necesitaba aprender a vivir mejor.
Hoy quiero compartirte 3 formas en las que el estoicismo me ha hecho más feliz y más resistente al sufrimiento, por si tú también estás buscando ese balance.
Uno de los principios más potentes del estoicismo es distinguir lo que está en tus manos de lo que no. Parece simple, pero en la práctica es poderosísimo.
No puedo controlar si alguien me critica, si se va la luz o si me cancelan un proyecto. Pero sí puedo decidir cómo reacciono ante eso. Ahí está mi poder. Ahí está mi libertad.
Antes, vivía peleando con la realidad. Me resistía. Hoy, intento verla de frente. No significa que me guste todo lo que pasa, pero sí que ya no me desgasto luchando contra lo que no depende de mí.
Una de las cosas más locas (y útiles) que aprendí fue la idea de exponerte a situaciones incómodas voluntariamente. ¿Para qué? Para fortalecer tu mente.
A veces salgo sin abrigo cuando hace frío. A veces elijo subir escaleras aunque haya ascensor. No se trata de sufrir porque sí, sino de recordarle a mi cuerpo y a mi mente que puedo con más de lo que creo.
Cuando lo incómodo se vuelve familiar, los problemas no te sacan tan fácilmente de tu centro.
Cada noche, antes de dormir, me hago tres preguntas sencillas:
Este hábito me mantiene despierto, consciente. Es una forma de rendirme cuentas sin juzgarme. Es un entrenamiento de honestidad.
Cuando vives con intención, con presencia, hasta los días malos tienen lecciones escondidas.
Hoy no me considero un "estoico perfecto" (ni quiero serlo), pero sí un hombre que intenta aplicar estas ideas para vivir con más claridad, propósito y calma. Esa es nuestra palabra clave en The Perfect Balance Journey: Intentar.
El estoicismo no te hace insensible. Te hace más fuerte, más presente, más libre. Y en un mundo que cambia cada minuto, eso es oro puro.
Si estás en un momento complicado, si te abruma el caos de la vida, o simplemente quieres vivir con más intención, tal vez el estoicismo también tenga algo para ti.
Y si no sabes por dónde empezar, empieza por preguntarte:
¿Estoy enfocándome en lo que puedo controlar?
Desde ahí, ya estás entrenando.
Un abrazo,Roberto